Las repercusiones de la obesidad en la edad infantil son diversas y todas interfieren en su desarrollo y crecimiento normal, implican consecuencias futuras en su estado de salud y en su calidad de vida. El aumento de la prevalencia y severidad de la obesidad en niños ha resultado en el aumento de comorbilidades, las cuales incluyen presión sanguínea elevada, desarrollo temprano de ateroesclerosis, diabetes mellitus tipo 2, hígado graso, ovario poli quístico y problemas respiratorios al dormir (Stephen et al., 2009). Estas complicaciones pueden ocurrir a corto o largo plazo; antes la aparición de diabetes mellitus 2 aparecía en la adultez, actualmente se ha visto que ésta aparece en la niñez y adolescencia. Esto ha consternado en como la epidemia de la obesidad puede acortar la probabilidad de vida de numerosos niños. La pérdida de la salud en los niños obesos también se asocia a la disminución en la calidad de vida ya que existe menor satisfacción corporal. Esto va acompañado de problemas psicológicos y de autoestima.
Síndrome Metabólico El síndrome metabólico se define en general como el conjunto de anormalidades metabólicas entre las que se incluyen la resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa, dislipidemia e hipertensión; las cuales significan riesgos para el desarrollo de diabetes tipo 2, aterosclerosis y enfermedad cardiovascular. El síndrome metabólico afecta al 30% de niños y jóvenes obesos americanos (IMC > percentil 95). La obesidad abdominal medida a través de la circunferencia de la cintura es un predictor individual de síndrome metabólico.
Alteraciones Metabólicas La obesidad está directamente ligada a alteraciones metabólicas entre las que se encuentran la hiperglicemia, la intolerancia a la glucosa, la resistencia a la insulina, la diabetes, el hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la hiperuricemia. Las manifestaciones clínicas tempranas relacionadas con obesidad infantil, atribuyen que ésta es la principal conductora de la Resistencia a la insulina en la que se ve implicado el metabolismo de glucosa y el hígado graso no alcohólico. La resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia son complicaciones comunes en la obesidad infantil. Las alteraciones tempranas en el metabolismo de la glucosa pueden desencadenar diabetes tipo 2 en niños. Se presenta un proceso aterogénico en el que las manifestaciones clínicas de enfermedad cardiovascular no aparecen durante la edad pediátrica.
La dislipidemia se relaciona con la resistencia a la insulina, ésta se caracteriza por la disminución de la fracción HDL colesterol y el aumento de las concentraciones de triglicéridos; lo cual aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. El HDL bajo y la y la hipertrigliceridemia son las las anormalidades metabólicas más prevalentes en obesidad infantil.
La mayoría de niños con prevalencia de intolerancia a la glucosa (IGT) y con diabetes tipo 2 silenciosa, presentan niveles normales de glucosa en ayunas. Esto se debe a que éstos han marcado la resistencia periférica a la insulina, que se encuentra principalmente a nivel muscular; la sensibilidad del hígado a la insulina se mantiene en esta etapa. La Asociación Americana de Diabetes recomienda en su guía para diabetes tipo 2 en niños y adolescentes la realización de una glucosa en ayunas en individuos que presentan criterios de obesidad y de factores de riesgo inmediatos (historia familiar positiva, origen étnico específico, hipertensión, dislipidemia o síndrome de ovario poli quístico).
Los niños que se encuentran en el percentil 99, categorizados en obesidad severa, son un grupo que se encuentra en un riesgo extremadamente alto debido a la presencia de los componentes del síndrome metabólico, marcadores bioquímicos adversos, presencia de obesidad grado 2 y 3 en la adultez y progresión a la diabetes.