En los últimos años el incremento de la obesidad infantil ha aumentado notablemente tanto en países desarrollados como en los de vías de desarrollo. El aumento de la prevalencia y severidad de la obesidad en niños aparece cada vez en edades más tempranas y esto resulta en el aumento de comorbilidades.
La OMS indica que la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2010 hubo 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones viven en países en desarrollo.
La Asociación Española de Pediatría en al apartado “Obesidad Infantil” del año 2007, definió a la obesidad como una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, determinada por la interacción de factores genéticos, biológicos, socioeconómicos, conductuales y ambientales actuando a través de mediadores fisiológicos de ingesta y gasto de energía. Ha identificado la participación de 600 genes, marcadores y regiones cromosómicas asociados o ligados a fenotipos de obesidad.
 La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta. Pero además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos sufren dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular, resistencia a la insulina y efectos psicológicos (OMS 2003).
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