17 May
17May

Factores Genéticos

La obesidad infantil demuestra claramente una tendencia familiar; el riesgo de obesidad infantil aumenta según el padre, la madre o ambos presenten obesidad. Los niños de padres obesos presentan un 50% de probabilidad de serlo en la adultez, mientras que los hijos de padres con normopeso presentan apenas un 20% de este riesgo (Raj et al., 2010). Los estudios de familias obesas han suministrado datos muy importantes. Si un niño cuenta con ambos padres obesos tiene 3 veces más riesgo de ser obeso que siendo hijo de padres delgados. Cuando sólo es obeso uno de los padres, el niño tiene de un 40 a un 20 50% de probabilidades de serlo también. Cuando ambos padres lo son, el riesgo de obesidad del hijo se eleva al 80% (Dally y Goméz., 1980).

Factores ambientales o exógenos

La mayor parte de la obesidad infantil es debida a factores relacionados con los estilos de vida que son el reflejo combinado de factores genéticos, hábitos aprendidos en la familia y las potentes influencias ambientales mediadas por el colegio y el entorno social.; las cuales influyen en 30-80% al desarrollo de la obesidad. La ganancia de peso y que es definido como un balance energético positivo debido a una ingesta mayor que la consumida (Morgan et al., 2008).

Factores dietéticos

La dieta y los malos hábitos dietéticos se encuentran entre las principales causas de la obesidad. Entre los factores dietéticos que favorecen a la obesidad se incluye: 

1. Omisión del desayuno 

2. Consumo de Fast Food

3. Consumo de alimentos con Indice Glicémico Alto

 4. Disminución del consumo de fibra dietética 

5. Disminución de la ingesta de frutas, hortalizas y verduras 6. Incremento del consumo de grasas saturadas.

Omisión del desayuno 

El tiempo transcurrido entre la cena y el desayuno de la mañana siguiente es el período más largo de ayuno de energía y nutrientes. Extender el episodio de ayuno omitiendo el desayuno puede resultar en cambios metabólicos que interfieren en aspectos del funcionamiento cognitivo y el rendimiento escolar. No desayunar impide promover energía (glucosa) y algunos nutrientes necesarios para la síntesis de neurotransmisores, necesarios para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central (Widenhorn et al., 2008).

Consumo de Fast Food

Varios factores dietéticos se relacionan con el aumento de peso y consumo de fast food. Este tipo de alimentos incluyen el aumento del tamaño de las porciones, densidad energética alta, palatabilidad (atribuido al alto contenido de azúcares, grasa y sal), contenido elevado de grasas saturadas y trans, alto índice glicémico y bajo contenido de fibra.

Consumo de alimentos con Índice Glicémico Alto 

El índice glicémico es una propiedad del contenido de carbohidratos en los alimentos, el cual describe el incremento de glucosa en sangre después de una comida. Los alimentos que son digeridos y absorbidos rápidamente, como los cereales refinados y las papas, presentan un alto índice glicémico. Las respuestas psicológicas a la glucosa oral sugieren un mecanismo que asocian el índice glicémico a la ganancia de peso. 

La administración oral de alimentos de alto índice glicémico produce elevaciones rápidas de glucosa en sangre, los cuales han sido estudiados en individuos en un período de hipoglicemia reactiva con una subida modesta de los niveles de insulina.

 

Disminución del consumo de fibra dietética 

El sobrepeso y obesidad tienen relación con el bajo consumo de fibra. Una dieta baja en fibra se ve reflejado en un consumo pobre en frutas, verduras y carbohidratos complejos; lo cual lleva al consumo de una mayor cantidad de azúcares simples y grasas, causantes del estreñimiento aumento de peso y riesgo de enfermedades cardiovasculares.

 

Disminución de la ingesta de frutas, hortalizas y verduras 

El consumo de frutas y vegetales tiene varios beneficios para la salud, las dietas que excluyen a éstos pueden prevenir el sobrepeso y la obesidad debido a que reemplazan el consumo de alimentos calóricos.

 

Los niños que no consumen las 5 porciones recomendadas de frutas y verduras diarias tienden al consumo de comidas altamente calóricas con alimentos de gran densidad energética (galletas, pasteles, dulces, helados) y con disminución en el consumo de fibra, lo que conlleva al sobrepeso y obesidad (Field et al., 2003).

Incremento del consumo de grasas saturadas

El exceso de peso aumenta el riesgo de morbilidad y mortalidad por cardiopatía isquémica, la cual aumenta con la presencia de hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia. El incremento del consumo de fast food, bollería y snacks incrementa el perfil lípidico y el riesgo de cardiopatía isquémica.

Factores sociales, psicosociales y familiares

El entorno y los riesgos de sobrepeso y obesidad están fuertemente relacionados. La baja estimulación cognitiva en casa y el estatus socio económico influyen en la obesidad infantil. Las elecciones en cuanto a comida por parte de los padres modifica significativamente las preferencias alimentarias de los niños. 

Los niños empiezan a adquirir hábitos y conductas alimentarias desde la infancia y partir de la adolescencia se hacen más resistentes al cambio. Los hábitos dietéticos de la familia pueden derivar en costumbres alimentarias incorrectas. 

El nivel sociocultural también está relacionado a la obesidad, mientras menos nivel cultural y adquisición económica mayor es el riesgo de obesidad.

Sedentarismo 

La disminución de la actividad física o sedentarismo tiende a disminuir la tasa del metabolismo basal, la misma que se define como la fracción del gasto energético utilizada para mantener las funciones vitales de una persona en reposo físico y mental, tras 13 horas de ayuno y en condiciones de neutralidad térmica (Escobar et al., 2010).

El consumo de la tecnología ha sido identificado en la contribución de la obesidad infantil, no solo por promover una conducta sedentaria, sino también por el incremento de la densidad energética al comer frente al televisor y la influencia de la publicidad en la elección del tipo de alimento.

Disminución de las horas de sueño 

La obesidad predispone a mayor riesgo de diabetes tipo 2, estudios recientes indican que períodos cortos de sueño incrementan el riesgo de diabetes independientemente de los cambios en el IMC. La restricción de las horas de sueño pude afectar el balance energético y resultar en ganancia de peso debido a un aumento del apetito, más tiempo para comer y menos para el gasto energético.

Consecuencias 

Las repercusiones de la obesidad en la edad infantil son diversas y todas interfieren en su desarrollo y crecimiento normal, implican consecuencias futuras en su estado de salud y en su calidad de vida. 

El aumento de la prevalencia y severidad de la obesidad en niños ha resultado en el aumento de comorbilidades, las cuales incluyen presión sanguínea elevada, desarrollo temprano de ateroesclerosis, diabetes mellitus tipo 2, hígado graso, ovario poliquístico y problemas respiratorios al dormir (Stephen et al., 2009).

Estas complicaciones pueden ocurrir a corto o largo plazo; antes la aparición de diabetes mellitus 2 aparecía en la adultez, actualmente se ha visto que ésta aparece en la niñez y adolescencia. 

Esto ha consternado en como la epidemia de la obesidad puede acortar la probabilidad de vida de numerosos niños. 

La pérdida de la salud en los niños obesos también se asocia a la disminución en la calidad de vida ya que existe menor satisfacción corporal. Esto va acompañado de problemas psicológicos y de autoestima.

Síndrome Metabólico 

El síndrome metabólico se define en general como el conjunto de anormalidades metabólicas entre las que se incluyen la resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa, dislipidemia e hipertensión; las cuales significan riesgos para el desarrollo de diabetes tipo 2, atereosclerosis y enfermedad cardiovascular. El síndrome metabólico afecta al 30% de niños y jóvenes obesos americanos (IMC > percentil 95). La obesidad abdominal medida a través de la circunferencia de la cintura es un predictor individual de síndrome metabólico.

Alteraciones Metabólicas 

La obesidad está directamente ligada a alteraciones metabólicas entre las que se encuentran la hiperglicemia, la intolerancia a la glucosa, la resistencia a la insulina, la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la hiperuricemia. 

Las manifestaciones clínicas tempranas relacionadas con obesidad infantil, atribuyen que ésta es la principal conductora de la Resistencia a la insulina en la que se ve implicado el metabolismo de glucosa y el hígado graso no alcohólico. 

La resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia son complicaciones comunes en la obesidad infantil. Las alteraciones tempranas en el metabolismo de la glucosa pueden desencadenar diabetes tipo 2 en niños. Se presenta un proceso aterogénico en el que las manifestaciones clínicas de enfermedad cardiovascular no aparecen durante la edad pediátrica.

La dislipidemia se relaciona con la resistencia a la insulina, ésta se caracteriza por la disminución de la fracción HDL colesterol y el aumento de las concentraciones de triglicéridos; lo cual aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. El HDL bajo y la y la hipertrigliceridemia son las las anormalidades metabólicas más prevalentes en obesidad infantil.

La mayoría de niños con prevalencia de intolerancia a la glucosa (IGT) y con diabetes tipo 2 silenciosa, presentan niveles normales de glucosa en ayunas. Esto se debe a que éstos han marcado la resistencia periférica a la insulina, que se encuentra principalmente a nivel muscular; la sensibilidad del hígado a la insulina se mantiene en esta etapa. 

La Asociación Americana de Diabetes recomienda en su guía para diabetes tipo 2 en niños y adolescentes la realización de una glucosa en ayunas en individuos que presentan criterios de obesidad y de factores de riesgo inmediatos (historia familiar positiva, origen étnico específico, hipertensión, dislipidemia o síndrome de ovario poliquístico). 

Los niños que se encuentran en el percentil 99, categorizados en obesidad severa, son un grupo que se encuentra en un riesgo extremadamente alto debido a la presencia de los componentes del síndrome metabólico, marcadores bioquímicos adversos, presencia de obesidad grado 2 y 3 en la adultez y progresión a la diabetes.

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